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La producción del bien

Por 20 de octubre de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

Algunos vulgares consejos evangélicos merecerían formar parte de los más reputados libros de autoayuda. Uno de ellos, tan práctico como efectivo, es el de hacer el bien a los demás.
 
El bien para sí mismo es el bien más tratado por los manuales para ser feliz pero, aunque parezca un incómodo rodeo, hacer el bien a los demás termina siendo la medicina perfecta para mejorar la autoestima. 
 
/upload/fotos/blogs_entradas/hacer_el_bien_1_med.jpgHacer el bien a los demás posee dos virtudes económicas principales: el favor es un regalo que llena al otro de gozo y el gozo del otro, aparte del gozo generado de por sí en el ambiente compartido, deriva en el deseo de la otra parte por devolvernos gozo. Porque así como todo regalo constituye simultáneamente un acto de generosidad y un ejercicio de poder, el bien otorgado generosamente compromete implícitamente la bondad de la otra parte.
 
En realidad, todo el universo vital y productivo de la especie humana, se compone de continuas contraprestaciones que no son al cabo otra cosa que la analogía de la copulación. Toda cópula o encastramiento se realiza gracias al ensamblamiento entre un vano y un relieve, un vacío y un lleno, una erección y una depresión.
 
En el caso evangélico, el actor del bien ubica su presente en la holgura del halagado puesto que todo ser halagado halla su satisfacción en el relleno que se deposita en su predeterminado vacío. Un espacio vacío que podría considerarse sin límite en el gran vanidoso pero que en el común de los seres posee limitadas proporciones gracias a las cuales el don se recibe dichosamente entre las paredes de su seno. El seno se estremece con el don depositado en él gracias a que su oquedad o su hondón se siente dulcemente habitado. El favor que entregamos se expande como un elixir  en el hondón o, exactamente, como una espuma espiritual que conmueve al receptor y, como último resultado, dilata su afectividad y la esparce para suscitar el bien recíproco.
 
Con todo lo dicho sería suficiente pero, por si faltaba poco, el bien que se hace a los demás verifica la propia capacidad particular para hacer bien, ser una fuente de bien, fábrica de bienes. Y ¿qué mejor signo de nuestro enorme valor que constatarse como deliberado productor de sustancias felices? 

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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