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LA MUERTE QUE RÍE

Por 7 de julio de 2006 Sin comentarios

Vicente Verdú

Una vez aceptado que el dolor ha perdido casi todo su valor de intercambio, el duelo va perdiendo su liturgia, duración y hasta sentido.

La última convención de Chicago dedicada a los negocios funerarios proporcionó  suficientes elementos para hacerse cargo del nuevo trato con la muerte,  el cambio en su  significación social y en la relación de los deudos con la antigua tragedia del suceso.

La regla en auge del negocio funerario sería esta: si es lamentable la pérdida de un alguien  querido no hay por qué insistir aún  más en la condolencia.  Fin, por tanto, de los funerales lacrimosos, de la mutua ostentación de las penas, del contagio general de infelicidad. Ahora, el difunto, en lugar de seguir mostrándose como un insoportable cadáver, prolonga mediante las tecnologías audiovisuales lo mejor de su existencia alegre y de su memoria animada. Varios recursos se han dispuesto al servicio de esta benéfica finalidad. Uno consiste en hacer pasar en salas adyacentes y durante las horas del velatorio un vídeo temático sobre aficiones y anécdotas del difunto, fotos familiares, hechos profesionales, en el que aparecería rebosante de ilusión. Este vídeo se expendería antes y después de las exequias  al precio de 25 dólares por la FuneralOne, una compañía de reciente creación regida por dos jóvenes, Von Vandenbergh y Joe Joachim, de 38 y  25 años.

Pero aun se anuncia otra importante aportación: la losa que cubre la tumba constituye desde el principio de los tiempos una imponente metáfora de absoluta clausura o conclusión.  Para anular este tremendo efecto negativo sobre quienes desearían acercarse a ella ha surgido la propuesta de empotrar en ella  un monitor de televisión que, a requerimiento del visitante, ofrezca escenas cotidianas del muerto, detalles de sus hobbies y sus juegos, sus frases más célebres y familiares.

De esta manera se pretende lograr que la muerte no lo  mate del todo y, en consecuencia, que el dolor de los vivos no llegue a ser desolador. Se dirá que ha muerto pero sigue expresándose en vídeo. De otra parte, lo característico de la tragedia reside en su determinación, pero propio de la comedia es su equivocidad, el sí pero no, el triunfo de lo simpático sobre lo patético.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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