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La luz de la decadencia

Por 28 de abril de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Vicente Verdú

Los geriatras aconsejan a sus pacientes que procuren no aislarse puesto que esta tendencia, tan natural a todos los seres que se acercan a la vejez, lleva a un empeoramiento de la decadencia.
¿Un empeoramiento de la decadencia? La decadencia al igual que la ascendencia mejoran tanto más cuanto más sustancia posean. El vigor de la juventud y el saber de la experiencia se abrillantan con una superior porción de la misma sustancia que les permitió nacer.
Una incremento de la decadencia, una intensificación de su naturaleza, su grado más avanzado de su desarrollo coincide con el punto máximo de su belleza. Concretamente, la edad, en conjunto, discurre a través de periodos y aderezos más o menos luminosos, pero decide su excelencia en la cima misma de la juventud como en la misma cima de la ancianidad que viene a ser, al cabo, como una juventud cocinada sabiamente y preparada meticulosamente para ser saboreada por el celestial paladar del más allá. En definitiva, el punto óptimo de la juventud que no es necesariamente su principio, sino al cabo de los treinta años, remite al momento idóneo de la vejez que se registra necesariamente en su apogeo, cerca de su fin donde recibe el incomparable relente de la muerte.
No aislarse para no entristecerse o marchitarse suena como la prescripción rutinaria, funcional o elaborada pragmáticamente desde la estúpida idea de tomar al cuerpo humano como un artefacto. La vejez, la decadencia, la edad proterva no permiten vivirse con entereza si se tratan como empeoradas versiones del pasado. De ese modo se convierten en enfermedades tan reticentes como aversivas. La condición de ser mayor e ingresar gracias ello en el mundo de la decadencia forman, en cambio, sin mediar comparaciones, como cualidades propias de la existencia, para bien y para mal, para una degustación exclusiva del tiempo y de las artes, de la luz, del amor y de los alimentos.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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