
Eder. Óleo de Irene Gracia
Vicente Verdú
Si no han visto esa película basada en Los hombres que no amaban a las mujeres, de la serie Milenium del famoso Larson, no la miren tan sólo como una novela -un guión- que no puede dejarse desde el principio al final. Fíjense también en la cinta como en un producto sueco relacionado con asuntos familiares por los cuatro costados y que repite (actualizándolos) aquellos planteamientos inhumanos que en sus días nos servía Igmar Bergman. No se trata aquí ya de suicidios, rencores secretos entre padres e hijos, ni de inocentes separaciones matrimoniales que nos helaban el corazón. En Milenium las cosas han evolucionado y la familia se devora a sí misma a través de toda clase de procedimientos naturales o bestiales, criminales o caníbales.
La familia sueca de Milenium anuncia acaso cómo será la familia del Milenium vigente si quienes la forman se empeñan en mantener los vínculos de la otra era. Esos vínculos se revolverán como fieras y destrozaran, literalmente, la ya caduca concepción del padre, la madre, el hijo, la hija, la sangre, la carne y cualquier otra trasnochada (y ahora perversa) devoción en la que se afianzaba la convivencia.