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El sueño eterno

Por 7 de octubre de 2008 Sin comentarios

Vicente Verdú

En la familia y fuera de ella hay gentes que sin conocer la causa se despiertan con un fuerte dolor de cabeza. En la familia es asombrosamente frecuente esta sevicia caracteriológica o no. 
 
No sabemos bien a qué atribuirlo pero sin duda es la noche y sus circunstancias quien desencadena la presencia del dolor. No significa esto que nos acostemos en perfecto estado y nos levantemos averiados pero el pequeño malestar que pudiera detectarse al final del día crece incomparablemente al atravesar el sueño. Y, sin embargo, el sueño ¿no debía ser curativo, reparador, túnel de lavado contra las diferentes excrecencias tóxicas de la jornada?
 
Que el sueño no se comporte de este modo benéfico sino maléfico crea el temor de que abandonados a sus manos podemos empeorar una y otra vez, sin aviso y quién sabe hasta qué grado. Sospechar del comportamiento del sueño comporta además entregarse cada noche a un ser extraño donde, a faltos de recursos para defendernos de él o pedir auxilio urgente, podríamos ser enfermados, desarticulados o inoculados de un grave dolor que decidirá pronto nuestro último destino. Y más aún, si como queda establecido, cada día indefectiblemente tenemos necesariamente que dormir y, en consecuencia, exponernos a las inciertas maniobras que siempre oscuramente puedan perjudicarnos.
 
Hay sueños buenos y sueños malos y no sólo en cuanto al argumento de lo que es soñado sino también por causa de sueños con sanas intenciones o propósitos torcidos. Sueños unos que nos refuerzan y otros que nos socavan y debilitan. Pero, en suma, ¿cómo precaverse de los segundos o garantizarse el acceso a  los primeros? ¿Será a partir de las acciones de la vigilia como el sueño se convoca y se comporta? Pero entonces ¿cómo disponer convenientemente y uno a uno los actos del día en vistas al crítico  momento de dormir¿ ¿Cómo asumir la ingente tarea de hacer con meticulosidad y  apropiadamente cada cosa para después descansar debidamente? Una teoría nos dice que el paso del sueño a la vigilia y de la vigilia al sueño no consiste sino en una burda convención. Vivimos, en realidad, una continua duermevela: velamos por estar bien dormidos y dormimos para la vela. Velamos. Velamos mientras la muerte, desde el principio, se estaciona sobre nuestros cuerpos. Nos velamos paso a paso hasta que, como en las fotos, llegamos a desaparecer. 

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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