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El sueño anciano

Por 12 de mayo de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Vicente Verdú

Una desgraciada dolencia de la edad se representa en el infortunio de dormir mal. No se conoce a  persona madura alguna, medianamente respetable, que duerma como un lirón. La vida se acumula sobre la vida ya vivida pero, también, sobre los sueños de la vida ya soñados. Y, a la manera que sucede tanto con los espejos viejos donde la acumulación de óxido corría el azogue y denotaba tristemente su antigüedad, los sueños desportillados, discontinuos, oxidados dan cuenta de los irremediables desgastes que ha producido la vida. Se trata, en suma, de un achaque y una injusticia nocturna más, porque podría esperarse que yendo cada vez más directamente hacia el sueño eterno, el sueño diario fuera cada vez más propenso a incrementar su profundidad. Todo lo contrario, no obstante, es lo que de verdad ocurre. El sueño del anciano tiende a hacerse más leve y en lugar de adentrarse en la hondura del descanso se desliza apenas sobre él como una arenilla que apenas lo recubre y, en consecuencia, no llega hasta la médula de su aplomada curación. Este sueño en semivigilia viene a ser a la vez inarmónico y, en consecuencia, doloroso. Se desliza sobre el tiempo de la cama sin simetría ni proporción regular porque hallándose de hecho averiado crea una circunstancia accidentada tan sensible como vulnerable al menor sobresalto o emoción. No hay, en consecuencia, descanso nocturno para el ser más fatigado. O más bien: entendiendo correctamente las cosas habría que aceptar, pues, que es la fatiga la que nos está silenciosamente matando. Morimos, si no hay antes una hecatombe violenta,  por sigiloso desgaste de los materiales y en una dirección tan continuada o irremediable que convierte, al cabo,  la vida productiva en un resto y, en general, la presencia, la opinión, la conversación o la existencia entera del viejo en un elemento indefectiblemente inútil. Del útil dorado del bebé al inútil trasto del anciano. Del objeto-bebé al sobjeto del abuelo.

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Vicente Verdú

Vicente Verdú, nació en Elche en 1942 y murió en Madrid en 2018. Escritor y periodista, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y fue miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribía regularmente en el El País, diario en el que ocupó los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura. Entre sus libros se encuentran: Noviazgo y matrimonio en la burguesía española, El fútbol, mitos, ritos y símbolos, El éxito y el fracaso, Nuevos amores, nuevas familias, China superstar, Emociones y Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo). En Anagrama, donde se editó en 1971 su primer libro, Si Usted no hace regalos le asesinarán, se han publicado también los volúmenes de cuentos Héroes y vecinos y Cuentos de matrimonios y los ensayos Días sin fumar (finalista del premio Anagrama de Ensayo 1988) y El planeta americano, con el que obtuvo el Premio Anagrama de Ensayo en 1996. Además ha publicado El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003), Yo y tú, objetos de lujo (Debate, 2005), No Ficción (Anagrama, 2008), Passé Composé (Alfaguara, 2008), El capitalismo funeral (Anagrama, 2009) y Apocalipsis Now (Península, 2009). Sus libros más reciente son Enseres domésticos (Anagrama, 2014) y Apocalipsis Now (Península, 2012).En sus últimos años se dedicó a la poesía y a la pintura.

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