Vicente Verdú
El proceso civilizatorio no podrá darse por culminado hasta que el "síndrome postvacacional" haya desaparecido por completo. La totalidad de la población afronta el tránsito del ocio al trabajo entre horribles dolores que evocan, sin demasiados paliativos, las torturas infames e injustas de épocas en que la condición humana no había emprendido todavía su proceso de redención. Más aún: en el pasado remoto, las plagas, las sevicias, los descoyuntamientos corporales, encontraban su correlato tanto en la misma asunción de la culpa como en la dorada esperanza de la salvación.
En la actualidad, sin ninguno de estos amparos la amargura que sufre el empleado desde la playa a la posición laboral ofrece la peor cara del sufrimiento. El sufrimiento implacable y sin fundamentación, la tortura sin legitimación, el lacerante imperio de la sinrazón, la ausencia de sentido.
Todo ello, además, ante la indiferencia de la historia. Porque ¿cómo aceptar todavía hoy que el trabajo continúe siendo un castigo, una condena fatal y, de otro lado, el tiempo libre se alce aún como la bíblica metáfora del más allá? ¿Cómo no haber superado el orden primitivo para instaurar un sistema en donde ocio y laboriosidad formen una continuidad de profundidad indistinguible cuyas emociones sean tan compatibles como intercambiables, proveedoras de peripecias surtidas y no sólo representativas del bien y el mal?
Si, a estas alturas, como se constata masivamente, el bien se encuentra separado del trabajo ¿no se habrá dado por buena una brumadora victoria del mal?
Casi la mayor parte de los escolares (y de los adultos) manifiesta su padecimiento postvacional, de acuerdo con los servicios de urgencia, mediante vómitos, diarreas, angustia, insomnio, pérdida de apetito y fuerte dolor abdominal. Los escolares se retuercen como envenenados y tratan de arrojar convulsivamente el tósigo laboral que, empezando por la escuela, se administra a granel, sin revisión ni consideraciones humanas. ¿Molicie de la civilización? ¿Civilización del dolor? ¿Civilización de las desdichas?