Vicente Verdú
La idea de que la historia más trágica sólo se repite bajo la forma de farsa, es ampliable, con diferentes estragos, a la irreversibilidad del tiempo común. Todo lo gastado y revisado lleva a una triste meditación personal. Pero el tiempo, más en concreto, al ser gastado, pierde no ya el coraje sino la cara. Caras borradas o deformadas, ojos apagados, cabellos como largas cenizas sin posible recuperación.
El reciclado ha introducido en la nueva cultura la idea de que nada se pierde, todo se transforma. Pero ¿qué mayor pérdida puede detectarse en algo que ya no es en absoluto lo que fue y, transformado cerradamente en otro concepto, será incapaz de hablar, evocar, resucitar siquiera un átomo de su antecesor?