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Tal vez soñar

Por 14 de enero de 2021 Sin comentarios

Vicente Molina Foix

Como todos ustedes, soy un soñador involuntario, pero el día en que al despertar aún alcanzo a recordar lo último soñado o lo que soñé en mitad de la noche y no se disipó, se hace para mí más completo; menos naturalista. La trama de mis sueños, y sus personajes, reincidentes algunos en lugares inverosímiles o ropajes prehistóricos, me interesan tanto como las novelas que más me gustan, aunque no llego al extremo del poeta Novalis, que se hacía despertar cada dos horas por un criado insomne pagado a tal efecto, pudiendo así el durmiente romántico almacenar y poner por escrito sus experiencias oníricas. Yo me conformo con anotar desde hace casi 30 años, en un diario diurno que llevo, esa parte nocturna que cabe en mi cabeza.

Al iniciarse 2021, y en este encuentro en la tercera fase de la pandemia en que nos encontramos, he repasado mis apuntes, que, sin preverlo, han ido configurando un diario del año de la peste covidiana. En esas páginas están las primeras ausencias irrecuperables, la enfermedad, en este caso aún sin metáforas que la transfiguren, y sobre todo está nuestra conciencia de que no había ciencia capaz de curarnos. Así que para ampliar la áspera prosa vírica, fui espigando la poesía del sueño, que va del drama a la broma: el subconsciente se lo permite todo. Empecé 2021 con un sueño enigmático que no me atrevo a llamar profético. Estaba en un rascacielos, acompañado de un operario en traje de faena que a ratos pasaba a ser enfermera; él o ella me instaban a saltar al vacío, pues la casa iba a arder. Y para animarme lanzaban antes un maniquí; el muñeco llegaba roto al suelo. Salté desde el piso 30 de la mano del enfermero o la operaria, y la sorpresa me despertó. Los tres llegábamos al suelo enteros, y yo, el dormido, asombrado de la proeza de estar vivo.

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Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

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