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El hombre cuenta (I): desde su enfermedad, desde su nada

Por 14 de enero de 2021 Sin comentarios

Víctor Gómez Pin

Para hacer perceptible lo reciente de la aparición del hombre, los físicos en ocasiones recurren a una trasposición de las etapas de la evolución del universo y el transcurso de una película de tres horas. Recordemos algunos datos aproximados:

El Universo “surgió” hace 13.500 millones de años, esa estrella que es el sol  data de 5.000 millones de años,  la Tierra se formó hace 4.500 millones de años. ¿Y la vida?  Hace 3.500 millones de años aparecen los primeros organismos unicelulares. Los primeros mamíferos aparecieron hace 300 millones  de años. Los homínidos datan aproximadamente de seis millones de años  y los humanos habitamos la tierra hace quizás 4 millones de años, aunque el llamado “homo habilis”,  aparece  hace sólo  2500 millones de años.

Vayamos ahora a la transposición a escala en la película de tres horas.  La vida aparecería treinta minutos antes del final, los animales únicamente cinco minutos. ¿Y los humanos? Sólo  serían  introducidos una fracción de segundo, tan ínfima que el espectador no se apercibiría de ello. Supongamos ahora que una catástrofe nos hiciera desaparecer, por ejemplo en el año tres mil. Nuestra presencia total  no habría superado esa mínima fracción de segundo. ¿Fracción insignificante? Poco a poco.

Piénsese que en ella habría tenido cabida desde  el transcurrir de la técnica, la ciencia, el arte la filosofía y… el cúmulo de interrogaciones y respuestas sobre lo que tiene significativo peso y lo que es in-significante. Por ejemplo, la pregunta  misma sobre si lo inconmensurable  del transcurso temporal desde la existencia del hombre en relación al conjunto de la historia  evolutiva tiene correspondencia en el peso a otorgar a ese momento final en relación al conjunto.

Pues sólo en esa ínfima fracción de segundo entra en escena  un hacedor de signos, un ser que otorga significado, o más bien significados múltiples  bajo un mismo signo, y sin cuya acción  obviamente todo carecería de significación. En esta fracción de segundo aparece  el ser que “da cuenta” remitiendo a principios asumidos como evidencias (base de la ciencia), mas también el ser que simplemente “cuenta”,  en todo caso el ser que  dirime, acota, muestra  la no confusión y así, entre otras cosas, marca  la diferencia entre lo enorme y lo diminuto, entre lo que tiende a infinito y lo que se aproxima a lo infinitesimal.

No hay forma de escapar a esta paradoja: el proceso que constituye el universo (es decir, la historia de la transformación de la energía) sólo aparece muy dilatado en razón de que un ser efímero, “desde su enfermedad, desde su nada”, estupefacto ante su entorno, se esfuerza por ordenarlo y contarlo a la vez que  persiste en conferirle un sentido, un ser que como el Spinoza de Borges  “desde su enfermedad, desde su nada/ sigue erigiendo a Dios con la palabra”.

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Víctor Gómez Pin

Victor Gómez Pin se trasladó muy joven a París, iniciando en la Sorbona  estudios de Filosofía hasta el grado de  Doctor de Estado, con una tesis sobre el orden aristotélico.  Tras años de docencia en la universidad  de Dijon,  la Universidad del País Vasco (UPV- EHU) le  confió la cátedra de Filosofía.  Desde 1993 es Catedrático de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), actualmente con estatuto de Emérito. Autor de más de treinta  libros y multiplicidad de artículos, intenta desde hace largos años replantear los viejos problemas ontológicos de los pensadores griegos a la luz del pensamiento actual, interrogándose en concreto  sobre las implicaciones que para el concepto heredado de naturaleza tienen ciertas disciplinas científicas contemporáneas. Esta preocupación le llevó a promover la creación del International Ontology Congress, en cuyo comité científico figuran, junto a filósofos, eminentes científicos y cuyas ediciones bienales han venido realizándose, desde hace un cuarto de siglo, bajo el Patrocinio de la UNESCO. Ha sido Visiting Professor, investigador  y conferenciante en diferentes universidades, entre otras la Venice International University, la Universidad Federal de Rio de Janeiro, la ENS de París, la Université Paris-Diderot, el Queen's College de la CUNY o la Universidad de Santiago. Ha recibido los premios Anagrama y Espasa de Ensayo  y  en 2009 el "Premio Internazionale Per Venezia" del Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti. Es miembro numerario de Jakiunde (Academia  de  las Ciencias, de las Artes y de las Letras). En junio de 2015 fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad del País Vasco.

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