Skip to main content
Blogs de autor

Raymond Radiguet a los 100 años

Por 12 de diciembre de 2023 Sin comentarios

Alianza Editorial (1970)

Vicente Molina Foix

 

12.12/1923-12.12/2023

El segundo niño prodigio de la literatura francesa murió, al contrario que el primero, siéndolo todavía. Raymond Radiguet había cumplido veinte años al caer víctima del tifus en plena actividad, dejando —sin silencio ni renuncia— dos novelas magistrales, varias colecciones de poesía, cuentos, artículos y pequeñas piezas teatrales, marcadas por la huella de un genio menos visionario pero tan indómito y original como el de Rimbaud. También dejó la huella fulgurante, en los tres años de su agitada y productiva residencia parisina, de un temperamento que deslumbró a Max Jacob, a Man Ray, a Modigliani (que lo retrató), a Breton y Tzara, y a su más íntimo amigo Jean Cocteau.

El narrador y protagonista de El diablo en el cuerpo, novela de ribetes autobiográficos escrita entre los dieciséis y los dieciocho años (y que el autor pensó llamar, entre otros posibles títulos, «L’âge ingrat»), muestra en su escritura y en su peripecia, que transcurre sobre el trasfondo de la Primera Guerra Mundial, una mezcla de timidez y descaro». Ese carácter desconcierta a su familia, a sus compañeros de escuela, a los quisquillosos vecinos provinciales, y también a Marthe, la joven mayor que él y en cierto momento del libro casada con un soldado que sirve en el frente. Con ella inicia  el muchacho una historia de amor de las más bellas y apasionadas que jamás se han escrito.

Empecé a traducir Le Diable au corps, que tuvo un éxito arrollador al publicarse en marzo de 1923 y es en Francia desde entonces un clásico moderno siempre vigente, por encargo de Jaime Salinas y siendo yo aún estudiante, con apenas dos años más de los que tenía Radiguet a la hora de su muerte el 12 de diciembre de 1923. Publicada en la colección de El libro de bolsillo de Alianza Editorial en 1970, el mismo año en que comparecí como novelista y poeta «Novísimo», fue reeditada con correcciones en 2014. Publicamos hoy el comienzo de la novela.

 

***

Voy a exponerme a no pocos reproches. Pero, ¿qué puedo hacer? Acaso fue culpa mía tener doce años algunos meses antes de la declaración de la guerra? Sin duda, los trastornos que me sobrevinieron de aquel período extraordinario eran de una índole que jamás se experimenta a esa edad; pero como nada hay tan fuerte que pueda envejecernos a pesar de las apariencias, tuve que conducirme como niño en una aventura en la que hasta un hombre se habría visto apurado. No soy el único. También mis compañeros conservarán de aquella época un recuerdo que no es el mismo de sus mayores. Que aquellos que están ya en mi contra traten de representarse lo que la guerra fue para muchos jovencitos: cuatro años de grandes vacaciones.

Vivíamos en F…, a orillas del Marne. Mis padres reprobaban la camaradería mixta. La sensualidad, que nace con nosotros y se manifiesta aun a ciegas, se  acrecentó por ello, en lugar de desaparecer.

Nunca he sido un soñador. Lo que a los demás, más crédulos, les parece un sueño me parecía a mí tan real como el queso al gato, pese a la campana de cristal. La campana, sin embargo, existe.

Si la campana se rompe, el gato se aprovecha, aunque sean sus amos los que la rompan y se corten las manos.

Hasta los doce años no me recuerdo en amoríos, salvo el de una niña, llamada Carmen, a la que hice llegar, por medio de un chiquillo más joven que yo, una carta en al que le declaraba mi amor. Me permití, en nombre de ese amor, solicitarle una cita. Mi carta el había sido entregada por la mañana, antes de que entrara en clase. Había yo escogido a la única niña que se me parecía, porque era limpia y llegaba al colegio acompañada de una hermanita, como yo de mi hermano pequeño. A fin de que esos dos testigos calasen, pensé en casarlos, de algún modo. Añadí, pues, a mi carta una de parte de mi hermano, que no sabía escribir, para al señorita Fauvette. Le expliqué a mi hermano mi intervención, y nuestra posibilidad de ir a dar con dos hermanas de nuestra edad y dotadas de nombres de pila tan excepcionales. Tuve el desconsuelo de ver que no me había equivocado respecto a lo modosa que era Carmen cuando, después de haber almorzado con mis padres, que me mimaban y no me reñían nunca, volví a clase.

Apenas mis compañeros habían ocupado sus pupitres —yo estaba en la tarima del aula, agachado para coger de un armario, en mi calidad de primero de la clase, los libros de la  lectura en voz  alta , entró el director. Los alumnos se levantaron. Llevaba una carta en la mano. Mis piernas flaquearon, se me cayeron los libros, y los fui recogiendo mientras el director hablaba con el profesor. Los alumnos de los primeros bancos se volvían ya hacia mí, ruborizado al fondo del aual, pues oían cuchichear mi nombre. Por fin, el director me llamó, y para reprenderme con delicadeza, no despertando, creía él, ningún mal pensamiento entre los alumnos, me felicitó por haber escrito una carta de doce líneas sin ninguna falta. Me preguntó si la había escrito yo solo, y después me pidió que lo siguiera a su despacho. No llegamos hasta allí. Me reprendió en el patio, bajo el aguacero. Lo que más confundió mis nociones de moral fue que considerase tan grave como comprometer a la niña (cuyos padres le habían comunicado mi declaración) el haber sustraído una hoja de papel de cartas. Me amenazó con enviar esa hoja a mi casa. Le supliqué que no lo hiciera. Cedió, pero diciéndome que conservaba al carta, y que a la primera reincidencia dejaría de ocultar mi mala conducta. Esta mezcla de timidez y descaro desconcertaba a los míos y los engañaba, así como en la escuela mi facilidad, en realidad pereza, me hacía pasar por un buen alumno. Volví a clase. El profesor, irónico, me llamó Don Juan. Me sentí enormemente halagado, sobre todo de que citase el nombre de una obra que yo conocía y mis compañeros no…

profile avatar

Vicente Molina Foix

 Vicente Molina Foix nació en Elche y estudió Filosofía en Madrid. Residió ocho años en Inglaterra, donde se graduó en Historia del Arte por la Universidad de Londres y fue tres años profesor de literatura española en la de Oxford. Autor dramático, crítico y director de cine (su primera película Sagitario se estrenó en 2001, la segunda, El dios de madera, en el verano de 2010), su labor literaria se ha desarrollado principalmente -desde su inclusión en la histórica antología de Castellet Nueve novísimos poetas españoles- en el campo de la novela. Sus principales publicaciones narrativas son: Museo provincial de los horrores, Busto (Premio Barral 1973), La comunión de los atletas, Los padres viudos (Premio Azorín 1983), La Quincena Soviética (Premio Herralde 1988), La misa de Baroja, La mujer sin cabeza, El vampiro de la calle Méjico (Premio Alfonso García Ramos 2002) y El abrecartas (Premio Salambó y Premio Nacional de Literatura [Narrativa], 2007);. en  2009 publica una colección de relatos, Con tal de no morir (Anagrama), El hombre que vendió su propia cama (Anagrama, 2011) y en 2014, junto a Luis Cremades, El invitado amargo (Anagrama), Enemigos de los real (Galaxia Gutenberg, 2016), El joven sin alma. Novela romántica (Anagrama, 2017), Kubrick en casa (Anagrama, 2019). Su más reciente libro es Las hermanas Gourmet (Anagrama 2021) . La Fundación José Manuel Lara ha publicado en 2013 su obra poética completa, que va desde 1967 a 2012, La musa furtiva.  Cabe también destacar muy especialmente sus espléndidas traducciones de las piezas de Shakespeare Hamlet, El rey Lear y El mercader de Venecia; sus dos volúmenes memorialísticos El novio del cine y El cine de las sábanas húmedas, sus reseñas de películas reunidas en El cine estilográfico y su ensayo-antología Tintoretto y los escritores (Círculo de Lectores/Galaxia Gutenberg). Foto: Asís G. Ayerbe

Obras asociadas
Close Menu