
Sergio Ramírez
Este cardenal de la iglesia católica, que pudo haber sido Papa, cree que es necesario conciliar la fe religiosa con la ciencia, dejando atrás cualquier clase de dogmas. Que la iglesia no debe vivir con resignación las injusticias del tiempo presente. Que nunca más debe volver a cometerse el trágico error de condenar a Galileo (ahora que se multiplican en el mundo los Galileos que desafían las verdades oficiales).
Pero piensa aún cosas que sonarán más alarmantes a los oídos de los ortodoxos: que la iglesia debe tener la valentía de cambiar, es decir, de reformarse desde adentro. Que hay que abrir la oportunidad de que hombres casados sean ordenados como sacerdotes, y que las mujeres también deben tener esa oportunidad. Que debe autorizarse el uso de los preservativos. Que no debe temerse la confrontación con las ideas y las acciones de los jóvenes. Se niega a condenar a los homosexuales. Elogia a Martín Lutero como reformador. Confiesa que alguna vez tuvo dudas acerca del por qué Dios hizo sufrir a su hijo el tormento de la cruz, y confiesa también su sueño de una iglesia que sepa vivir en pobreza y humildad.
Se trata del cardenal Carlo María Martini, antiguo obispo de Milán, y que ya anciano y retirado expresa todas estas consideraciones en su libro recién publicado Coloquios nocturnos en Jerusalén.
Sólo imaginen si el cardenal Martini hubiera llegado a ser Papa. O más bien imaginen por qué nunca llegó a ser Papa…