Sergio Ramírez
No todo para, desgraciadamente, con las periodistas afganas, víctimas de la intolerancia y la corrupción ejercidas desde el poder, sea éste el poder oficial, o el que emana desde las sombras. En los territorios palestinos, un grupo clandestino de extremistas islámicos que se hace llamar “Espadas de la verdad”, ha prometido decapitar a las presentadoras de televisión pública de Gaza como represalia por mostrarse en la pantalla descubiertas de la cabeza, peinadas y maquilladas.
La amenaza ha llegado a las presentadoras a través de un correo electrónico que no puede ser menos explícito: “les cortaremos la garganta vena a vena, para proteger el espíritu y la moral de esta nación”, reza el texto. Y no están bromeando. En la cuenta de las “Espadas de la verdad” hay ya una buena lista de mujeres que han sido asesinadas por el sólo hecho de vestir jeans o blusas desmangadas, y los mismos son también autores de atentados contra ciber-cafés, librerías, y video clubes que ofrecen películas donde se muestran desnudos, o escenas eróticas.
Estos terribles guardianes de la moral pública y de la decencia femenina, que andan por allí con la espada desenvainada, matan en el nombre de Dios, como los inquisidores torturaban y hacían que sus víctimas fueran consumidas por las llamas, también en el nombre de Dios. Pero bajo las negras sotanas de ayatolas y curas inquisidores, se han escondido siempre pervertidos o reprimidos sexuales, no nos quepa duda. Lo mismo que Jack el destripador.