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Palabras en libertad

Por 30 de septiembre de 2015 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

En América Latina vivimos frente a un caleidoscopio no se detiene en la composición de sus figuras. Como una de nuestras más viejas fantasmagorías, los caudillos se repiten en un juego infinito de espejos nublados por los viejos vapores del populismo. Los dictadores no son materia agotada ni de la literatura ni del periodismo. No son espectros del viejo pasado, sino imágenes vivas del siglo veintiuno, arrastrados por la marea de la historia que no cesa de copiar sus eternos movimientos.

Y la violencia institucional que generan va dirigida contra los medios de comunicación que estorban su pesadilla demagógica de sociedades uniformes, cuando el poder pretende un espacio único de opinión, cansino y monocorde, donde sólo debe reinar la ideología oficial. Leyes represivas, cierre de medios, cadenas oficiales interminables, compra forzada de periódicos, estaciones de radio y televisión que pasan a ser parte del coro político del estado, amenaza de cancelación de licencias, uso de las cuentas de publicidad gubernamental como arma de coerción y chantaje.

El diario Tal Cuál de Caracas fue asfixiado, entre la falta de papel para su impresión, el cierre de las fuentes de publicidad estatal, investigaciones fiscales y pleitos judiciales enderezados contra su director, Teodoro Petkoff, quien no pudo recoger en Madrid el premio Ortega y Gasset, pues tiene el país por cárcel.

De acuerdo al Instituto Prensa y Sociedad, en el término de un año 34 periódicos y revistas en 11 estados del país habían llegado a una situación precaria en Venezuela debido a la falta de papel, obligados así a cerrar, o reducir su tiraje. Se obliga a los proveedores de Internet a bloquear sitios cuando las informaciones disgustan al gobierno; las estaciones que trasmiten por cable son sacadas del aire. Todo entra en el rango de lo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos califica como "censura indirecta".

Un gobierno electo se convierte en un gobierno autoritario cuando invade la institucionalidad y restringe o anula las libertades públicas, de hecho o a través de leyes o reglamentos. Y por mucho que se envuelva en un espeso manto retórico, el autoritarismo, de derecha o izquierda, viene a ser el mismo.

Y cuando las leyes buscan reglamentar el pensamiento y sujetarlo a normas burocráticas, entramos en ese mundo oscuro que Kafka delineó tan bien en sus novelas: el mundo procesal donde todos somos culpables por utilizar las palabras, y la única manera de demostrar inocencia es con el silencio. Nacen así los ministerios de la Verdad, como en el mundo de George Orwell, y el estado se convierte en una especie de orden religiosa que vigila el pecado ideológico y amenaza con las llamas del infierno.

En Ecuador se ha creado la Superintendencia de la Información y Comunicación que aplica sanciones brutales, como ha ocurrido con el diario El Comercio, castigado con una multa equivalente al 10% de su facturación comercial de los últimos tres meses causas a un reportaje sobre el déficit presupuestario en el sistema de salud.

Y llegan los absurdos. La misma Superintendencia ha considerado "sexista" una tira cómica de Olafo el amargado porque su esposa Helga aparece de delantal, ocupada en la cocina. El censor ha fruncido el ceño. No hay que reírse, es peligroso.

El beneficio que el estado pueda dar a sectores marginales de la población, y aún el crecimiento económico y la reducción de los márgenes de pobreza, no son contradictorios a la libertad de opinión que es un derecho fundamental de los ciudadanos, igual que el bienestar.

Al contrario, todo proyecto de desarrollo económico se vuelve provisional si carece de fundamentos democráticos, y a la postre resultará en fracaso, tal como la historia enseña repetidas veces. La imposición de esquemas cerrados de pensamiento, que excluye a aquellos que disienten de la doctrina oficial, y los castigan, convertirá en catástrofe cualquier experimento de cambio. Tal como el secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha expresado muy recientemente en una carta abierta dirigida al canciller de Venezuela, Elías Jaua:

"Ninguna revolución puede dejar a la gente con menos derechos de los que tenía, más pobre en valores y en principios, más desiguales en las instancias de la justicia y la representación, más discriminada dependiendo de dónde está su pensamiento o su norte político. Toda revolución significa más derechos para más gente, para más personas…la Democracia es el gobierno de las mayorías, pero también lo es garantizar los derechos de las minorías. No hay democracia sin garantías para las minorías".

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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