Sergio Ramírez
El personaje que aparece de noche en la fonda no es otro que Jack Griffin, el científico que ha logrado descubrir el procedimiento para lograr la invisibilidad, y lo ha aplicado a sí mismo. Ha descubierto que si el índice refractivo de una persona es reducido a la exacta proporción que tiene el del aire, y por tanto su cuerpo no absorbe ni refleja la luz, entonces esa persona se volverá invisible a los ojos de los demás.
¿Qué es lo que han logrado los científicos de la Universidad de Berkeley? Que en torno del objeto, o de la persona, no se creen ni reflexiones ni sombras, por medio de la capa de metamaterial, capaz de desviar la luz. Es decir, lo mismo que Griffin. Y no me cabe duda de que el doctor Xiang Zhang, y los miembros de su equipo científico, son devotos lectores de H.G. Wells, en el que han encontrado su fuente de inspiración imaginativa, porque la ciencia necesita de imaginación.
Lo único malo es que el pobre Griffin no goza de ninguna de las ventajas de su invento, ni puede darle uso militares, ni siquiera convertirse en voyeur para contemplar a mansalva mujeres desnudas en sus alcobas, ni para entrar en la cámara blindada de los tesoros de la reina Victoria y hacerse con todas las joyas de la corona. Le ocurre que tras experimentar con un gato, para no responder por la desaparición del animalito ante su dueña, se vuelve invisible él mismo, lo que se convierte más bien en una fuente de continuas desgracias, miseria, persecución, y desesperación, hasta la locura, porque ya no puede regresar a su estado original.
Pero sino no ha leído la novela, háganlo. Antes de que nos volvamos invisibles todos.