
Sergio Ramírez
Componente cultural infaltable, chispa del genio total americano, lo negro y lo mulato eran en el criterio europeo del tiempo que tocó a Rubén Darío, más bien parte capital del estigma. Y él mismo cargaba con ese estigma que había ayudado a crear. Para los intelectuales españoles de finales del siglo diecinueve, que veían deshacerse para siempre al viejo imperio tras la pérdida de sus últimas posesiones en América a raíz de la guerra de 1898 contra Estados Unidos, negro, mulato e indio viene a ser la misma cosa exótica, la cosa americana lejana.
Es de sobra conocido que don Miguel de Unamuno le vio a Darío "ceñida la cabeza de raras plumas". Otros, recuerda Gastón Baquero, lo llamaban "negro mulato" en afán de mortificarlo; y en Luces de Bohemia, la pieza de Valle Inclán de la que Darío es personaje, Max Estrella, el ciego, lo llama "negro" en la quinta escena:
MAX: ¿Qué tierra pisamos?
DON LATINO: El Café Colón.
MAX: Mira si está Rubén. Suele ponerse enfrente de los músicos.
DON LATINO: Allá está como un cerdo triste.
MAX: Vamos a su lado, Latino. Muerto yo, el cetro de la poesía pasa a ese negro…