Sergio Ramírez
Desde su discurso de Boston, Obama no eludió el tema de la discriminación y de la desigualdad racial de que históricamente han sido víctimas los negros en los Estados Unidos, pero desmintió que se tratara de una cadena perpetua, y dijo que en la dinámica de los nuevos tiempos, si el cambio debería venir para los negros, también debería venir para los demás grupos raciales en Estados Unidos; otra vez, y siempre, la respuesta ecuménica: "podemos tener diferentes historias, pero tenemos esperanzas comunes; podemos lucir diferentes, y podemos venir de lugares diferentes, pero todos queremos avanzar en la misma dirección". Hablaba no desde una ausencia de identidad, como lo juzgó Lévy, sino desde la identidad de todos.
La noche de julio del 2004 en que se encuentran en el vestíbulo del hotel de Boston, Obama le ha dicho a Lévy que nunca se debe ir en el baile más rápido que la música, que los Estados Unidos es un país de carreras meteóricas, pero efímeras, y que a lo mejor su discurso en la convención sería olvidado, porque el mes entrante otro estaría bajo las reflectores. Pero Lévy advierte que no está hablando en serio, y que con su postura de marcar la distancia de cualquier grupo racial, algo importante puede ponerse en juego. Nada menos que una campaña electoral para ganar la presidencia de Estados Unidos, que entonces muy pocos hubieran tomado en serio.