Sergio Ramírez
La historia, que pare mientras inventa, trabaja en cualquier latitud. Lejos de América Latina, en Polonia, se ha sacado del vientre a unos personajes que son hermanos gemelos, tan idénticos que parecen juguetes de cuerda producidos por un mismo molde: los hermanos Kaczynski, el uno presidente de la república, Jaroslaw, y el otro primer ministro, Lech. Gorditos y sonrosados, e iguales en voz y ademanes, parecen gnomos de un cuento de hadas tenebroso que se copian a sí mismos. O nos recuerdan a los sobrinos del Pato Donald, iguales en físico y pensamiento, al punto que la frase iniciada por uno es siempre terminada por otro.
Si la novela necesita de personajes salidos de las cavernas más oscuras, aquí están estos hermanos que le entrega la historia a ritmo de polca circense, aún chorreando sombras. Los Kaczynski fueron electos gracias a una alianza de la extrema derecha que incluye a su propio partido, Ley y Justicia, a la Liga de las Familias Polacas, y a la Autodefensa de la República de Polonia, oigan sino resuenen en esos nombres ecos del viejo fascismo que siempre está levantando la tapa del sepulcro. Personajes que recorren la pista con sus volantines y cabriolas, pálidos frente a ellos los presidentes que saltan en la cuerda, las gobernantas cabareteras, los brujos consejeros, los jefes de la policía secreta con sus mazos de billetes en la mano.