Sergio Ramírez
En el contexto de la prolongación del poder, las reformas constitucionales terminan siendo legales, pero no llegan a ser legítimas, por mucho que se amparen, además de las maniobras para conseguirlas, en el respaldo popular. Porque nadie duda de que el plebiscito que se necesita para sancionar las reformas, sería ganado ampliamente por el presidente Uribe, quien tiene un apoyo cercano al 70% en las encuestas de opinión; y que lo mismo ganaría las elecciones presidenciales del 2010, seguramente en primera vuelta.
Pero es allí donde reside precisamente la calidad del estadista, en saber rechazar las tentaciones del poder en la cumbre del poder mismo, y en la plenitud de la popularidad, como ocurre con el presidente Ignacio Lula da Silva del Brasil, que no tendría, sin duda, ningún problema para perseguir su tercer período, con más respaldo de los electores que el propio Uribe.
Frente a las necesidades éticas de América Latina, y en tiempos en que lo que se requiere son ejemplos de recta conducta en la política, ¿qué diferencia separa entonces al presidente Chávez del presidente Uribe, si ambos buscan quedarse en el poder a toda costa?
Si la reelección es mala para el ganso, tiene que serlo también para la gansa.