Sergio Ramírez
Nicaragua se halla situada entre los países más pobres del continente, y las políticas confusas del gobierno de Ortega, a pesar de la encendida retórica de su discurso, donde siempre martilla contra el imperialismo, la oligarquía y la burguesía, no han movido un solo milímetro los índices de desempleo y marginalidad, y la inflación amenaza este año con superar el 20%, debido sobre todo al peso del incremento del precio de la comida, que ya ha subido más del 50% en lo que va del año.
Éste último es un fenómeno mundial, por supuesto, pero Ortega no está haciendo nada por crear una política de producción de alimentos que defienda al país, siendo Nicaragua un territorio privilegiado en términos agrícolas. Y el combustible que envía Venezuela en condiciones tan generosas, tiene en las gasolineras los precios más elevados de todo Centroamérica.
Se está creando, por tanto, una situación explosiva. Frente a una crisis económica y social, marcada por la inflación y el desempleo, a la que Ortega responde nada más con un discursos cada vez más desgastado de izquierda ortodoxa del siglo pasado, al mismo tiempo cierra abruptamente las puertas a la participación democrática, y restringe los espacios ciudadanos, medidas frente a las que se ha alzado la protesta de Dora María Téllez, a riesgo de su propia vida, como antes con el fusil en la mano.
Es como una vieja película, que el país ha visto una y otra vez.