Sergio Ramírez
Los tiempos han cambiado. Y en lugar de un superhéroe que deshace entuertos dentro de las fronteras de su país de adopción, donde es tan popular y representativo como las mazorcas de maíz dulce en las ferias y los rodeos, o como el pastel de manzana de los almuerzos familiares, y los hot dogs en los estadios de béisbol, Supermán siente que pertenece ahora a la era global. "El mundo es demasiado pequeño y está demasiado conectado", dice. En un episodio anterior se ha hecho presente en una manifestación en contra del régimen de Irán en la plaza Azadi de Teherán, a la que concurre un millón de personas; los ayatolas consideran su presencia una agresión de parte de Estados Unidos, y el Departamento de Estado no la ve conveniente por razones diplomáticas. Por eso, ahora quiere ser independiente y no correr el riesgo de cualquier confusión política para que no se le identifique con el gobierno de turno en Washington.
Lo que opine un personaje de mentira, obra de un guionista y de un dibujante, no debería perturbar a nadie. Pero la derecha ultraconservadora de los Estados Unidos no lo ha visto de esta manera, y se lo ha tomado en serio. Mike Huckabee, aspirante a la candidatura presidencial del Partido Republicano, declaró a la cadena Fox de televisión, que no se trata de un asunto banal. "Es preocupante que Supermán, que siempre ha sido un ícono estadounidense, ahora diga que no será más un ciudadano estadounidense. Eso forma parte de una tendencia mayor en la que los estadounidenses prácticamente piden disculpas por pertenecer a este país".