Sergio Ramírez
El futuro no será homogéneo en América Latina, como no lo será en Europa, inquietada de pronto por la fractura continental entre norte y sur, un norte rico dueño de los instrumentos financieros, y un sur bajo la pesadilla del desempleo, la pobreza, la inestabilidad, y la creciente inconformidad con el modelo político.
En ambos continentes tendremos entonces un norte y un sur, unos países más ricos y otros más pobres. Brasil, la décima economía mundial, juega un creciente doble papel, en el escenario mundial y en la propia América Latina. Argentina, antes tan próspera e independiente, depende ahora en mucho de Brasil. Pero si las predicciones se cumplen, México habrá superado a Brasil en cuanto al tamaño de su economía para el año de 2022, o antes.
La pertenencia territorial a una región vasta ofrece cada vez menos señales de identidad reales. Las cifras hablan mejor en ese paisaje múltiple que las vecindades, y las comparaciones valen a ambos lados del Atlántico. El ingreso per cápita de Argentina y Portugal se haya hoy día equiparado; Portugal se haya lejos de Alemania en cuanto a riqueza, y Colombia ya ha superado a Argentina en cuanto a la cuantía de su Producto Interno Bruto. Se trata de una movilidad de la que habrá que esperar aún muchas sorpresas, tanto hacia arriba como hacia abajo.