Sergio Ramírez
Collor de Melo, más hábil como brujo que como jefe de estado, "practicaba estos rituales para neutralizar a las personas que querían perjudicarlo, y ésta era una manera de hacer regresar el mal al lugar de donde había salido", dice ella. Una especie de boomerang devuelto por la mano del poderoso Exú. Pero las tremebundas revelaciones de la primera dama no paran allí. Collor, siempre vestido de blanco, también sacrificaba cerdos, vacas, bueyes y gallinas a medianoche en los cementerios, en rituales en los que el derramamiento de sangre sobre las tumbas es grato a Exú.
La denunciante confiesa haber participado en algunos de esos ritos, aunque ahora lo dice de manera contrita, pues se ha convertido en fiel practicante de la religión evangélica; y sorpresa, la hechicera María Cecilia, antes ministra del diablo, es ahora pastora de la misma iglesia evangélica, de las muchas que abundan en Brasil.
La primera dama ha dicho que teme aún a los poderes de su antiguo marido, lo que ella llama "la maldición de Collor", quien la habría amenazado de muerte. Promete un libro de pronta aparición en el que ofrecerá más detalles acerca de la magia negra presidencial. Hay que esperarlo.