Sergio Ramírez
Entre los panegíricos con que se despide a Corín Tellado leo que a lo largo de su vida escribió no menos de 5.000 novelas con brazo incansable, y que no hay otro escritor en lengua castellana más leído, salvo Cervantes. Y sospecho que cuando se dice Cervantes la referencia es nada más a El Quijote, porque ninguna de sus Novelas Ejemplares debe ser más popular que cualquiera de las de ella.
Novelas como conejos. 5.000 títulos, 400 millones de ejemplares vendidos, con lo que esta dama de las letras entra por esa angosta puerta de la gloria que se llama los Guinness Record, junto a la pizza y la paella más grandes del mundo, y los seres más altos del planeta, y los más pequeños. ¿Quién que escribe puede dejar de envidiar a esta colega que prosiguió sin desmayo con su oficio hasta el mismo día de su muerte? Tan pródiga en su producción como para que alguien pudiera imaginar que se trataba de una fábrica que vendía sus productos bajo una marca comercial registrada.
Se quejó en alguna entrevista, con amargura, que nadie creyó nunca que sus novelas tuvieran que ver con la literatura. Hija adoptiva e hija predilecta de muchos sitios, según pergaminos municipales, pero nunca hija de la literatura. Se fue creyendo, por tanto, que los reconocimientos que recibió en vida tenían que ver más con el asombro ante su incansable energía de atleta, que no doblegó la edad. Pero tuvo millones de lectores, y eso no puede dejar de ser causa de celos para quien los busca siempre por todos los caminos, tantas veces de manera fallida.