Sergio Ramírez
El caso más reciente de atropellos semejantes es el del Ecuador, donde el periódico El Universo, uno de los más antiguos del país, que se edita en Guayaquil, fue víctima de un juicio por calumnias promovido por el propio presidente de la república, Rafael Correa, en el que,
por supuesto, resultó victorioso en todas las instancias judiciales. La
sentencia establecía penas de cárcel a los directivos y una multa de cuarenta
millones de dólares, suma que supera el valor de los activos del periódico, con
lo que se vería obligado a cerrar. Éste parecía ser el objetivo último de la
demanda, quitarse de encima a un medio independiente y crítico. Carlos Pérez
Barriga, el director, tuvo que asilarse en la embajada de Panamá en Quito.
Todo empezó a raíz de una columna escrita en febrero de 2011 por el editorialista Emilio Palacio, que también buscó refugio, en Estados Unidos, sentenciado también a prisión, en
la que juzgaba los hechos de la sublevación policial del año anterior, cuando
el presidente Correa fue hecho rehén en las instalaciones de un hospital
militar y de manera dramática se abrió la camisa desafiando a los amotinados a
disparar.
Al presidente le disgustó que en la columna se afirmara que él había "ordenado fuego a
discreción y sin previo aviso contra un hospital lleno de civiles y gente
inocente". Es una aseveración atrevida, parte de un texto escrito con dureza,
en el que a cada paso se le llama dictador. Pero no por eso un jefe de estado
va a procurar la muerte de un periódico usando de todos los recursos de su
poder, un poder omnímodo que alcanza a los tribunales de justicia, como en
otros países de América Latina que se rigen bajo la doctrina del socialismo del
siglo veintiuno creada por el presidente Chávez de Venezuela.