Víctor Gómez Pin
Ya he señalado que tras el teorema de Kochen-Specker, sostener que hay un mundo objetivo e independiente del sujeto que lo percibe y lo mide solo, sostener en suma lo que algunos toman por evidente, solo puede hacerse a un elevado precio filosófico, a saber: aceptar que las partículas elementales de tal mundo se comportarían de manera equivalente a lo que supondría que la magnitud de una cosa cambiara según que su color fuera blanco o negro.
Por otro lado, del teorema que lleva el nombre de John Bell se infiere que el resultado de la medición de la propiedad de una determinada partícula puede verse alterado por el hecho de que se efectúe una medición en una segunda partícula situada a gran distancia. Si tal cosa ocurre, obviamente el destino de ambas partículas se hace indisociable, lo que se expresa diciendo que ambas están entrelazadas, sin que sea óbice para ello la distancia espacial que mantienen: su diferente lugar no las hace independientes mutuamente, de lo cual la expresión no localidad.
El asunto se hace por así decirlo barroco e incrementa su peso filosófico con un teorema más reciente (que tuvo asimismo verificación experimental) en razón del cual dadas dos parejas entrelazadas A-D, B-C, un nuevo entrelazamiento, esta vez entre A y B provoca la disolución de los antiguos lazos y un entrelazamiento entre D y C. De lo cual la expresión consagrada "trueque de entrelazamientos"(Entanglement Swapping). Misteriosos asuntos desde el punto de vista de la visión convencional de la naturaleza y que fortifican en la idea de que toda reflexión sobre las determinaciones de la Physis pase hoy por la elucidación del peso de los evocados teoremas, que parecen destruir la esperanza de reconciliar la ciencia más determinante de nuestro tiempo con los presupuestos filosóficos de nuestra visión del mundo