
Sergio Ramírez
Las elecciones en Estados Unidos ya se sabe que son un asunto mundial, y lo queramos o no, nos ocupamos de ellas porque sentimos que nos concierne a todos, igual que sus gobernantes piensan que a ellos les concierne todo el mundo, al que quisieran a su imagen y semejanza.
Asunto de más o menos. Mientras los bautistas se han extendido por todo el planeta, los mormones solo tienen una presencia exigua, de modo que un presidente mormón hubiera sido una verdadera novedad, si es que Romney no tira la toalla después de los resultados del "super martes", que le fueron negativos.
El de los mormones es el único credo que no llegó a los Estados Unidos desde Europa con los inmigrantes, sino que tuvo su origen en el año de 1830, en su propio territorio. Su fundador, Joseph Smith, anunció que había recibido del ángel Moroni el Libro Mormón escrito en lengua egipcia sobre planchas de oro, una suerte de nuevo testamento en el que se establece que Jesús volvió a nacer en el continente americano, al que sus habitantes originarios habían llegado desde Israel por mar, apenas seiscientos años antes del nacimiento de Cristo. Establecieron una civilización floreciente, luego desaparecida, pues sabían fundir el acero para fabricar espadas y ruedas, y criaban caballos, vacas, corderos, y cabras, y no sólo aves de corral, sino también cisnes, y por si no bastara, elefantes.