
Sergio Ramírez
Ya que pronto habrá de entrar en servicio de nuevo, el pabellón de la muerte de la Granja Pavón se halla en proceso de remodelaciones, de la que se encarga un grupo de reos voluntarios de la misma cárcel, que por supuesto no están entre quienes recibirán la inyección letal. Son otros los 41 reos que figuran en la lista de condenados a muerte por diversos delitos, sujetos a la programación de la ejecución de sus sentencias.
El pabellón de la muerte, que está siendo engalanado por los voluntarios, consta de un dormitorio donde el reo es mantenido en capilla ardiente para mientras llega la hora, una dependencia para el capellán de la cárcel, quien le dará los auxilios espirituales, y el recinto con la camilla donde se lleva a cabo la aplicación de la inyección. Detrás de un grueso vidrio, se halla la sala desde donde las autoridades judiciales, los familiares del reo, y los periodistas, pueden presenciar el espectáculo. Lo mismo que en las películas.
Los voluntarios han dado una mano de pintura blanca a las paredes, y otra de pintura negra a los barrotes, para que todo parezca lo mismos que decimos, la toma de una película sombría que no precisa del color; y uno de esos reclusos voluntarios, deseoso de quedar bien, sirvió de modelo para probar la camilla, dejándose ajustar las correas de cuero con que se sujeta al condenado.