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II. La revolución que no pudo ser

Por 17 de julio de 2009 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

Luego, tras los primeros momentos de arrebato justiciero, la revolución cedió ante el peso de la ideología, y los esquemas del partido hegemónico, contrario al pluralismo político inicialmente proclamado, empezaron a imponerse, para buscar el ejemplo de las estructuras políticas y militares de la revolución cubana, y el alineamiento con el campo soviético, sobre todo cuando se declaró en el país la guerra de los contras auspiciados por la administración Reagan, lo que provocó que Nicaragua se convirtiera en campo de confrontación de la guerra fría. Y veinte mil muertos más.

            La reforma agraria, la alfabetización universal, la creación de un sistema de salud justo, que fueron pilares iniciales de la transformación revolucionaria, se frustraron en el camino, y tuvieron luego efectos regresivos. El país se dividió con la guerra, atizada por la confrontación ideológica, y la guerra de los contras se convirtió en una verdadera guerra civil, destructiva y letal para miles de campesinos de uno y otro bando.

Y si algo sobrevivió, pese a todo, fue el sistema político democrático, con el derecho a elegir, que el mismo sandinismo que había triunfado con las armas, probó con su derrota en las urnas en 1990. De esta manera, la democracia, que no era prioridad de la revolución frente a las transformaciones sociales, pasó a ser su mejor divisa al imponerse las circunstancias de la guerra; pues las elecciones eran el único camino a la paz.

Hoy, el Frente Sandinista en el poder con Daniel Ortega, no hay una segunda parte de la revolución que triunfó en 1979, sino un régimen que lejos de todo idealismo, ensaya otra vez mecanismos de poder familiar a largo plazo, como en el pasado. Y el país entra de nuevo en la vieja repetición viciosa de su historia.

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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