Sergio Ramírez
No es difícil hacer la lista de las muchas aplicaciones que el grano de arroz habrá de tener pronto, además de las dichas. Para encender el vehículo y entrar uno a su casa, a manera de llave. Como tarjeta de crédito. Para llenar el tanque de gasolina, entrar al cine, o hacer las compras del supermercado, pagar en el restaurante, o la colegiatura, sacar dinero en el cajero automático, sólo será necesario acercar la palma de la mano al escáner, porque la palma de la mano, o la muñeca, resultan lugares convenientes para implantar el dispositivo.
Pero todo eso es lo de menos. Se podrá utilizar como cédula de identidad para votar en elecciones presidenciales y plebiscitos, pues el chip tendrá registrada la fotografía de cada quien, y las huellas digitales, y así a lo mejor se hacen más difíciles los fraudes electorales en aquellos lugares donde se practican, aunque ya sabemos que para siete virtudes, hay siete vicios.
Los reos en libertad bajo palabra, en lugar de ese molesto grillete electrónico que ahora cargan en algunos países, disimularán su ominosa condición gracias al mínimo grano de arroz. Y no sólo eso, aflijámonos. Cada quien llevará escrito en el grano de arroz su record de policía, y ya se sabrá por parte de las autoridades policiales, quién es peligroso o no es peligroso, algo que tendrá terribles bemoles sin si se trate de un régimen autoritario, como cada vez más amenaza haberlos en nuestras tierras.