
Sergio Ramírez
Decía que cada 23 de diciembre la vieja Managua que sucumbió con el terremoto de la víspera de la Navidad de 1972, es recordada con ritos funerarios, uno de ellos buscar como reconstruir la ciudad en la memoria, lo que da lugar a nostálgicas discusiones acerca de dónde se hallaba cada tienda, bar, restaurante, sorbetería, estación de gasolina, banco, hotel o pensión, cine, parque. No hay que olvidar que la Managua de 1972 era una ciudad que no pasaba de 250.000 habitantes, y que su radio central desaparecido era de 300 manzanas, una pequeña urbe provinciana que crece en los recuerdos. Y yo soy de esos que gusta de armar en conversaciones de amigos el rompecabezas fantasma, cuadra por cuadra.
Así lo ha hecho en este nuevo aniversario el periodista e historiador Francisco Gutiérrez Barreto, experto también en la historia de la música popular del Caribe, en un largo reportaje en dos entregas publicado por El Nuevo Diario. Allí reconstruye pieza a pieza la que fue la avenida principal de Managua, la avenida Roosevelt, que para mejor entendimiento tenía apenas una longitud de 1.2 kilómetros, desde su arranque al pie de la loma de Tiscapa, donde se hallaban el Palacio Presidencial y los cuarteles de la dictadura de la familia Somoza, hasta su final en las orillas del lago Xolotlán, donde aún se alza el Teatro Nacional Rubén Darío, construido en los años sesenta del siglo pasado bajo el patrocinio de la esposa del último Somoza, Hope de Somoza.