Víctor Gómez Pin
Para hacer referencia al proyecto que anima la filosofía de Platón y Aristóteles se recurre a menudo a la frase "salvar los fenómenos", es decir, dar a lo que se muestra un sostén, un soporte explicativo que lo armonice en un todo con las demás manifestaciones. Sin embargo, se hace necesario asimismo enfatizar el hecho de que este proyecto no puede ser disociado de algo que constituye su condición de posibilidad, a saber, erigir un contexto social en el que la filosofía pueda responder a la condición de "ciencia de los hombres libres", contexto que no puede ser otro que la ciudad liberada de corrupción y perturbaciones debidas a la subordinación de los intereses de la ciudad misma al de sus individuos. En suma "salvar la ciudad" (sozein ten polin) es un proyecto no ya complementario, sino quizás previo al de "salvar los fenómenos".
Sabido es que la sociedad griega era una sociedad jerarquizada, exclusivista (consideraba a los no griegos, los "bárbaros", prácticamente infrahumanos, y hacía de las lenguas distintas a la griega una laia, una suerte de simulacro del lenguaje). Y no obstante, en el seno de la sociedad propiamente dicha, es decir, de los griegos no esclavos, la identificación de dignidad individual y dignidad social era muy grande. Si es cierto en general que un hombre solo no es un hombre, la cristalización de esta convicción en el mundo griego era absoluta: un hombre no reconocido como interpar por los ciudadanos libres perdía de alguna manera su andreia, término a traducir por hombría, pero que designa el hecho mismo de responder con entereza a la dura exigencia de ser plenamente humano y es así atribuible tanto a hombres como a mujeres.