
Sergio Ramírez
Oí hablar del Anticristo hace algún tiempo. Tiene nombre propio y se llama José Luis de Jesús Miranda, y no viene de ninguna tierra ignota y misteriosa, sino de Puerto Rico, compatriota de Daniel Santos, "el inquieto anacobero", que cantaba Virgen de Medianoche con voz de ron, así como de Ricky Martin y toda una legión de salseros que han hecho historia. Tiene su cuartel general no en los infiernos, sino en Miami, sede de su iglesia universal Growing in Grace (Creciendo en Paz), con 300 sucursales en 33 países de la tierra.
Primero proclamó que era Cristo reencarnado, y después se pasó a la antípoda del Anticristo, asumiendo como símbolo de su misión en la tierra el número 666, que ya sabemos, según el Apocalipsis, es el número de la bestia. Y desde el principio se decidió a abolir una serie de mitos, entre ellos el de que Jesús había sido pobre.
Viajaba por eso desde entonces en clase ejecutiva en los aviones para visitar los países que abarca su ministerio, y no ha tenido ni antes ni ahora inconveniente alguno en aceptar regalos suntuosos de parte de sus adeptos, un BMW blindado, por ejemplo, o anillos de diamantes, ni en ser obsequiado con cenas de gala en hoteles de cinco estrellas.
¿Cómo explica el Anticristo su afición a los lujos y a la riqueza?