
Sergio Ramírez
Recuerden que en un post anterior comenté que el presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, había perdido un pleito en los tribunales, a los que recurrió para que se prohibiera la venta de un muñeco de vudú fabricado a su imagen y semejanza, y que se ofrece en las tiendas con 12 alfileres al precio de 13 euros, acompañado de un manual en el que se instruye al comprador acerca de las maneras de clavárselos en diversas partes del cuerpo, según donde quiera causarse el mal, la cabeza, el estómago, las extremidades.
El juez que vio el caso consideró que semejante prohibición violaría el derecho de los ciudadanos a disfrutar del humor; pero el presidente no quedó conforme con la sentencia, y recurrió de apelación a través de sus abogados, con lo que logró que se revisara el fallo.
La corte superior dice ahora que los muñecos pueden seguir a la venta sin tropiezos, aunque emitió un mandamiento dirigido al fabricante del muñeco, para que agregue una advertencia inscrita en la caja, en la que se haga constar que el uso de las agujas "constituyen un ataque a la dignidad personal del señor Sarkozy".
Una advertencia parecida a las de las cajetillas de cigarrillos: fumar es peligroso para su salud, pero siga usted fumando. Sepa usted que hace mal al clavar las agujas, pero sigue usted clavándolas.