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El viaje de la escritura

Por 20 de agosto de 2014 diciembre 23rd, 2020 Sin comentarios

Sergio Ramírez

Heródoto de Halicarnaso fue explorador, viajero, cronista, reportero, narrador literario, y periodista, y por la fuerza de la necesidad, geógrafo, arqueólogo, etnólogo y paleontólogo, pues al poner pie fuera de las fronteras conocidas  se veía en la imprescindible necesidad de comportarse como un descubridor obligado al registro de todo lo visto y oído.

Todos estos géneros, que juntó en Los nueve libros de la historia, llegaron a desarrollarse a través de los siglos, y a separarse, cada uno en su propio camino; pero el periodista polaco Ryszard Kapuściński volvió a enhebrarlos en el siglo veinte en el hilo de la narración literaria para crear un género híbrido, novedoso y atractivo, que marca los propios pasos de Heródoto. Y creando un nuevo género, repite el genio narrador del periodista que es Heródoto, que al contar lo que ve y lo que oye, lo hace con virtud literaria.

En los tiempos de Heródoto no era posible discernir entre historia y narración. Ni siquiera era posible separar la fábula del relato que cuenta asuntos reales, con lo que la distancia entre verdad y mitología se vuelve nula. Heródoto, igual que Homero, vivió un mundo compuesto de realidades reales y realidades imaginarias. Se cree lo que se cuenta, y el narrador se pone como testigo presencial de los hechos, o acude al dicho de terceros frente a los que se obliga a tomar distancia, en busca también del sello de la veracidad, que proviene de la duda, por contrapuesto que parezca.

Frente al vacío y la oscuridad que representan lo desconocido, el amor a la verdad objetiva ha sido siempre un deber, y la imaginación una tentación: la rigurosidad en la selección de los datos, y la libertad de suponer. Era cosa sabida y aceptada entonces, que no pocos de los reyes descendían de los dioses del Olimpo, menudo problema a resolver para un cronista de verdades.

Heródoto probó que se necesitaba curiosidad para el oficio. Esa curiosidad, igual que para Kapuściński, no podía ser saciada sin echarse a navegar, y a andar. Lo extraño comienza más allá de las fronteras.  El viajero mira, y escribe lo que mira. Heródoto recorrió a los treinta años las islas y la tierra firme de la Hélade, la Cólquida, Babilonia, Macedonia, Siria, Egipto, Libia, Cirene, Fenicia, Mesopotamia. Todo lo que era el mundo de entonces, conocido para muy pocos, y por tanto exótico. Se ganaba la vida dando conferencias sobre sus viajes, contando lo que había visto y oído. En Atenas le pagaron una vez diez talentos por una de esas conferencias.

Son dos mundos distantes, el de Heródoto y el de Kapuściński. Distantes en el tiempo, más de dos milenios, y distantes en las percepciones de la realidad, un abismo de civilizaciones. Kapuściński anota que en la escritura de Heródoto no hay ni comas, ni puntos, ni párrafos, ni capítulos. Un rollo infinito de papiro de trazos continuos, que contiene Los nueve libros de la Historia.

Cuando Kapuściński explica las razones del por qué Heródoto se siente en la necesidad de viajar por el mundo, nos dice que lo hace dominado "por una especie de hambre de conocimiento, impelido por una fuerza mayor, tan impetuosa como indefinida. A lo mejor tenía una mente inquisitiva por naturaleza, un cerebro que no cesaba de alumbrar miles de preguntas que no le dejaban vivir, despertándolo en las noches", nos dice en Viajes con Heródoto, su libro de 2004, en el que sigue las huellas de aquel.     

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Sergio Ramírez

Sergio Ramírez (Masatepe, Nicaragua, 1942). Premio Cervantes 2017, forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Tras un largo exilio voluntario en Costa Rica y Alemania, abandonó por un tiempo su carrera literaria para incorporarse a la revolución sandinista que derrocó a la dictadura del último Somoza. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con Margarita, está linda la mar, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas Un baile de máscaras (1995, Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), Castigo divino (1988; Premio Dashiell Hammett), Sombras nada más (2002), Mil y una muertes (2005), La fugitiva (2011), Flores oscuras (2013), Sara (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por El cielo llora por mí (2008), Ya nadie llora por mí (2017) y Tongolele no sabía bailar (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos Catalina y Catalina (2001), El reino animal (2007) y Flores oscuras (2013); el ensayo sobre la creación literaria Mentiras verdaderas (2001), y sus memorias de la revolución, Adiós muchachos (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes.

Su web oficial es: http://www.sergioramirez.com

y su página oficial en Facebook: www.facebook.com/escritorsergioramirez

Foto Copyright: Daniel Mordzinski

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