Sergio Ramírez
Una de estas empresas de autopublicación de Estados Unidos, Autor Solutions, llegó a editar el año recién pasado 13.000 títulos por encargo, y ahora ha comprado a su rival, xLibris; los catálogos combinados de ambas llegan así a los 20.000 títulos, con los que superan seis veces al de Random House, uno de los gigantes editoriales de Nueva York. Blurb, otra de estas compañías de libros por encargo, ha crecido en pocos años desde 1 millón de dólares en facturación, a 30 millones. Y lo que ofrecen es un producto profesional, presentado como cualquier otro de una gran editorial: impresión impecable, papel selecto, portada atractiva.
En tiempos de grave crisis, y cuando todo el mundo mide con cautela sus riesgos, las empresas de autopublicación han dado en el clavo al explotar un sentimiento que abarca a mucha gente, y es el de ver su nombre inscrito alguna vez en la tapa de un libro. Un sentimiento que tiene un precio, pero que miles se hallan dispuesto a pagar para dejar de ser autores inéditos. Poetas, novelistas, ensayistas. ¿Por qué no tener uno o dos libros inventariados en el currículo, o colocados de manera casual sobre la mesa de la sala en espera de la visita de los amigos, o enviarlo como regalo de cumpleaños? No puede pensarse en un toque más personal.
Un libro que sale al mercado de esta manera, puede aspirar a vender un promedio de 150 ejemplares, y alguna vez puede ser la puerta abierta al estrellato y a la fama, como en una gran lotería. O también es posible que la edición entera se quede en el desván o en el garaje de la casa.