
Sergio Ramírez
Desde niño aprendí que el verdadero sentido del humor consiste en dejar que se rían de uno, igual que un pretende reírse de los demás. El humor de una sola vía, no es humor ni es nada, de manera que la caridad de reírse debe siempre comenzar por casa. Y lo peor, es cuando alguien pone cara adusta frente a las bromas y los chistes desde las alturas del poder, que es cuando uno se encuentra, por supuesto, más expuesto que nunca a la sátira, a las puyas, y a la risa.
El presidente de Francia, Nicolás Sarkozy, no sólo es hombre que no acepta bromas, sino que suele, además, mostrar su talante colérico, algo que le va a empeorar cada vez más las cosas, pues eso de disgustarse por todo sólo atrae más moscas que quieren divertirse en el panal. Pero no sólo se enoja, sino que lleva su ira presidencial a los juzgados, en busca de demandar a los culpables de reírse a sus costillas, y hacerlos pagar por semejante delito de lesa majestad.
Como ahora se ha hecho popular en Francia un fetiche de vudú con la figura de Sarkozy, el agraviado ha recurrido a los tribunales para que prohíban que el muñeco se siga vendiendo en las tiendas. El muñeco, que vale 13 euros, viene en su caja con 12 alfileres, y un manual para clavárselos a gusto del que quiera practicar a causarle males y maldiciones al presidente, una por cada alfiler.
La corte, muy sabia, denegó la demanda, y resolvió que prohibir la venta del muñeco, sería atentar contra el derecho al humor. Felices y justos jueces, que entienden de la risa.