
Sergio Ramírez
Tengo una historia más que agregar a mi libro El reino animal, que puede llegar a ser infinito. De acuerdo a un estudio de la Universidad Queen´s de Belfast, en Irlanda, publicado por la revista New Scientist, las langostas, langostinos, cangrejos y otros crustáceos suculentos, sienten dolor cuando son cocidos vivos en la cacerola, o caen en el aceite hirviente de la sartén, debido al complejo sistema de sus terminales nerviosas, que se asemeja al de los seres humanos. Los ácidos y otras sustancias irritantes, les causan también sensaciones dolorosas.
Según el artículo, el doctor Robert Elwood, un zoólogo que es parte del equipo investigador, echó vinagre con un gotero en algunas de las antenas de un grupo seleccionado de langostinos, que de inmediato empezaron a frotar entre sí las antenas afectadas. El dolor estaría entre los elementos de sobrevivencia de los crustáceos, igual que entre los animales vertebrados.
Y si está de por medio el dolor, imaginen si también esos seres que nos comemos con tanta delicia fueran capaces de sentir horror. El horror de ver cómo burbujea el agua hirviente de la cacerola, o sisea el aceite en la sartén donde van a ser lanzados vivos, como si fueran culpables de alguno de los pecados castigados antaño por el Tribunal de la Santa Inquisición.
¿Y los moluscos? Acuérdate del dolor cuando vayas a exprimir un limón sobre tus ostras.