
Eder. Óleo de Irene Gracia
Rafael Argullol
Por si fuera poco, esas mentes privilegiadas del agitprop inundaron las ciudades con banderolas mecidas por el viento desde las que los malvados, también retratados individualmente sobre fondo rojo, asustaban a la humanidad progresista. Paralelamente, las propias propuestas socialistas refulgían por su ausencia. La idea que quería transmitirse era, en definitiva, tan sencilla como primitiva: "si ellos son los malvados, nosotros somos los buenos".
Pero salió el tiro por la culata. Una señora recién nacionalizada y que tenía la ilusión de votar por primera vez me dijo que no había hallado nada parecido a un programa de tal partido. Ni siquiera sabía que las rojas banderolas llenas de patibularios habían sido concebidas para captar votos de izquierda. Habrá que pensar en otros publicitarios. O en otros políticos.