Rafael Argullol

Delfín Agudelo: ¿Te refieres a su autorretrato desnudo?
R.A.: Sí, me refiero a este autorretrato de ese gran autor de autorretratos que es Lucien Freud, probablemente el más importante pintor de autorretratos de nuestra época. Él, al igual que alguno de sus insignes precedentes como Courbet, ha tenido la obsesión de irse autorretratando de manera sistemática. Sin embargo, a mí me llama mucho la atención ese autorretrato desnudo de Lucien Freud porque evidentemente está inspirado en el autorretrato que también desnudo se hizo Durero, pintor maestro al que Lucien Freud tiene una especie de admiración sin límites. Creo que en ese autorretrato Lucien Freud refleja lo que son sus distintos autorretratos, una especie de desafío de la mirada del artista a la mirada del espectador que posteriormente contemplará el cuadro. Lo que ocurre es que, como es propio del desnudo, parece que en ese caso el desafío sea más fronterizo, más limítrofe. Tanto en este como en su lejano precedente de Durero, lo que más me gusta es la subversión de la ecuación tradicional en la cual el pintor pinta desnudo a la modelo o al modelo. En ese caso, , lo que hace el pintor es utilizarse a sí mismo como modelo desnudo. El tradicional tema de la pintura del modelo queda así revertido hacia el propio artista.