Rafael Argullol
Delfín Agudelo: ¿Es paradójica una carta de amor a través de un correo electrónico?
R.A.: No; es posible. Pero es casi el paso de lo que era el poema épico al haikú; o del poema épico al epigrama. Claro, ésa es la grandeza del sms, a diferencia del e-mail. Yo que he sido una persona muy poco dada a lo electrónico, me gusta mucho el lenguaje del sms, porque exige un carácter conceptual y sintético que encuentro muy interesante. Evidentemente, esta carta de amor se puede dar, pero exige en el escribiente una estrategia distinta a lo que era la carta de amor tradicional: le exige una estrategia o bien más metafísica, o muchísimo más imaginista, casi sensorial. El sms se acerca a la pincelada, mientras que la carta de amor en cierto modo se acerca al tratado.
D.A.: Pensaría que la caligrafía es un elemento fundamental. En la carta de amor, podríamos llamarla “caligrafía amorosa”: aquella que confirma quién la ha escrito. La diferencia entre una carta de amor escrita en ordenador o con la mano es abismal. Es más ameno recorrer ese mapa interior de mano de la caligrafía amorosa.