
Eder. Óleo de Irene Gracia
Rafael Argullol
Delfín Agudelo: A Esquilo lo podríamos catalogar, con muchos de los otros autores que contemplaremos, como un pensador antiguo del siglo XXI. En esta medida, ¿consideras que dicho verso define la esencia humana del siglo XXI?
R.A.: Diría que sí. El hecho de que el hombre haya hecho frente al absurdo y al sinsentido a través de esas ciegas esperanzas a las que alude Esquilo es algo que define lo que fue la tragedia griega, el intento de llegar al núcleo mismo del conflicto humano en la existencia, y eso le da una dimensión ahistórica, aparte de histórica; es decir, es evidente que nosotros podemos leer el Prometeo encadenado de Esquilo como una tragedia griega situada en el contexto mental griego, pero al mismo tiempo lo podemos leer dentro de un escenario abierto, ahistórico y atemporal, que cruza los siglos y llega a nosotros. En nuestra propia época cuando nos preguntamos acerca del porvenir inmediato de la humanidad, tanto colectivamente como en nuestras vidas personales, nos preguntamos por el futuro inmediato de nuestra existencia. Evidentemente estas ciegas esperanzas dominan nuestras expectativas. Por un lado esperamos, pero por otro lado lo hacemos dentro de una gran incertidumbre.