Rafael Argullol
Delfín Agudelo: En ese caso, como te refieres a lo de cosmos y cosmética, me parece muy interesante detenernos en el mismo nombre: cirugía estética, la búsqueda de lo estético a través de una aplicación quirúrgica que implica cambios y demás. Como decías, se busca la eterna juventud porque es la manera que impide el paso de los años. ¿Pero cuál es el criterio que se emplea, o que el cirujano emplea, en el momento en que sugiere uno u otro cambio al paciente que llega a su consultorio? Hay un modelo estético detrás; ¿y si ese modelo puede resultar en una clonación de la belleza, sin diferenciarse de los elementos clónicos que encontramos en distintos países, tal como te has referido en otras conversaciones? ¿Busca la cirugía una estabilización de un modelo sobre los demás?
R.A.: Ahí sucede como en otros campos: debemos distinguir, como si fueran círculos concéntricos, distintos niveles de intervención. Hay, pienso yo, el cirujano estético o el paciente del cirujano que se somete a una operación y se somete a esa relación quirúrgica y médica para conseguir determinado tipo de equilibrio, o para reformar positivamente su propia existencia cotidiana. Y hay en otros círculos una clara utilización mercantilista y uniformista de lo que es la cirugía estética. Ahí curiosamente, ya que has citado a Baudelaire, podríamos trasladarnos a esa polémica que le gustaba tanto sobre los ideales de belleza. ¿Tiene que haber un solo ideal de belleza o tiene que haber un ideal de belleza altamente individualizado que corresponde a la creación personal de cada uno? Si el ser humano se crea su propia personalidad, su propio ethos o ética y carácter, si se crea su propia alma, evidentemente exige un criterio individualizado para lo estético y para el sentido de la belleza. Si el ser humano se deja invadir por un universal o una uniformidad de la belleza, evidentemente esto queda en detrimento de su propia creatividad individual, y muy frecuente en nuestra época, de la misma manera que vivimos unos tiempos de la franquicia universal de las tiendas, que vivimos en tiempos en que la publicidad predica y propaga símbolos uniformes, hay una cirugía estética altamente comercializada y capitalizada en el sentido del capitalismo, de la misma manera que hay una medicina que la acompaña a este respecto que propone ese universal uniforme de belleza. Y eso es muy aplastante y asfixiante, incluso servil, porque son dos vías paralelas las de la publicidad y de la cirugía estética. La publicidad propone tipos universales y la cirugía estética también. Esto puede llevar a destruir lo que podía ser el buen propósito de la cirugía estética, que es la autoescultura. Sustituir la autoescultura por una especie de monigotes universales todos iguales, altamente difundidos a través de grandes campañas de propaganda y publicidad. De ahí que tenga algo muy angélico y demoníaco este negocio.