Rafael Argullol
He seguido pacientemente
la trayectoria de una hormiga.
¿Cuánto tiempo?
¿Horas, quizá minutos, no lo sé?
Del mendrugo de pan al hormiguero,
del hormiguero al mendrugo de pan.
¿Siglos, quizá milenios, no lo sé?
Con esfuerzo y tesón siempre constantes
la hormiga ha transportado migaja tras migaja.
En el transcurso de su trabajo
se ha precipitado sobre mí
un buen trecho de la historia humana.
He visto la caída de Babilonia y la de Cartago;
la caída de Constantinopla y la de Berlín.
Y tras todos esos hundimientos
la hormiga seguía ahí, imperturbable.
Del mendrugo de pan al hormiguero,
del hormiguero al mendrugo de pan.
¿Cuánto tiempo?
Un instante, o quizá una eternidad.