Rafael Argullol
Succionado por el espejo
-de esos, los peores, invisibles-
ves tu imagen reflejada en otro espejo,
pero la figura que contemplas
nunca es la misma, ni tú tampoco.
En el espejo hay alguien parecido a ti,
que avanza implacable hacia adelante
hasta llegar a ser cráneo, y luego ceniza,
y luego, eso que las palabras desconocen
y a lo que, por decir algo, llamamos nada.
En el espejo hay alguien parecido a ti,
que retrocede con furia vertiginosa
hasta llegar a ser embrión, y luego semilla,
y luego, eso que las palabras desconocen
y a lo que, por decir algo, llamamos origen.
Succionado por el espejo
-de esos, los mejores, invisibles-
tu nada y tu origen coinciden.
Ése es el momento de la verdad.