Rafael Argullol
La obra maestra del diablo
es habernos convencido
de que el diablo no existe,
y de que, en consecuencia,
tampoco existe un dios,
ni el mal ni el bien,
ni las preguntas sobre la muerte,
ni las preguntas sobre la vida.
Ni siquiera existimos nosotros
aunque, como mercancías vivientes,
tengamos un precio fijado en el mercado
por el gran maestro de los tramposos.
Es decir, incrédulos, por el diablo mismo.