Rafael Argullol
Escribimos sobre el mal
porque los bondadosos escapan a las palabras,
a no ser que, como el pobre Job,
sean sometidos a la terquedad divina,
o, como San Antonio en el desierto,
a las tentaciones de la oscuridad.
Escribimos sobre el mal
-o sobre los que convivimos con él,
a veces con imposible rebeldía-
porque la vida de los bondadosos
transcurre en el laberinto de los silencios.
La página en blanco
es nuestro homenaje a la bondad.