Rafael Argullol
Hubo mucha improvisación en aquella obra.
La escenografía parecía precipitada,
y cuando fue decidido el argumento
los personajes no quisieron seguir el guión.
Querían ser más libres de lo previsto.
Rechazaban envejecer y, lo que es peor,
se negaban a morir.
Pidieron al autor que retirara la pieza.
Pero era ya demasiado tarde.
Dios se consideraba un buen dramaturgo.
Estaba satisfecho del trabajo.
¿Qué le importaba si los malditos hombres,
engreídos por la oportunidad que se les ofrecía,
no apreciaban la belleza de su poema?