Rafael Argullol
Al taciturno Dante
le tiembla hasta la última gota de sangre
cuando vuelve a ver a Beatriz.
Es verdad que han pasado muchos años
desde que la viera, una única vez,
siendo todavía una niña.
Ahora, en el umbral del Paraíso,
la ha reencontrado,
viva de otra vida,
tras ser prisionera de sus sueños,
y no piensa ya dejarla escapar.
Así quiere comunicárselo a Virgilio,
su viejo guía en tantas ocasiones.
Pero sus palabras se pierden en el vacío.
El sabio compañero ha desaparecido,
prohibida como tiene la entrada al cielo cristiano.
Por un segundo Dante duda:
¿volverá atrás en busca del maestro
o seguirá adelante, hacia la luz de Beatriz?
Razón o amor: un duro dilema.
Un largo instante le atenaza.
Sin embargo, al percibir otra vez,
y con más fuerza que antes,
el temblor de la sangre,
olvida que el mundo está hecho de dudas.
Adelante, adelante:
ninguna idea logrará nunca
que la sangre tiemble de este modo.