Rafael Argullol
Para decirlo
con una expresión pasada de moda
era "puro de corazón",
y nunca ocultaba esa pureza
sino que la manifestaba con una naturalidad
que llenaba de asombro a quienes le rodeaban.
Pasaron los años. Vio la vida de los hombres.
Escuchó consejos y, a menudo, amenazas.
Un día alguien le dijo
que su actitud era insoportable
pues su pureza de corazón no podía ser cierta.
Luego le escupió en la cara.
Pasaron más años.
Alguien dijo que estaba loco.
Lo tuvieron por loco.
Pasaron los últimos años.
Alguien dijo que era un santo.
Lo tuvieron por santo.
Pero él no sabe que es loco o santo.
Responde a las preguntas con su sonrisa de niño.
Después de todo
quizá sí haya un hombre del que decir:
es puro de corazón.